viernes, 11 de diciembre de 2009

¡BIENVENIDAS GUERRAS JUSTIFICADAS!

Cuando Barack Obama ganó las elecciones de la presidencia de EEUU todos pensamos que él sería distinto a todos sus antecesores, distinto a cualquier político. De hecho, lo primero que hizo fue querer cerrar Guantánamo por la defensa de los Derechos Humanos, está intentando una mejora en la sanidad de su país y se encuentra presente en la lucha contra el cambio climático. Teniendo todo esto en cuenta, ¿qué nos cabe pensar? Que en cierto modo, por un lado, este esfuerzo merece un reconocimiento.
Pero, por otro lado, ¿merece un reconocimiento aquella persona que en el discurso posterior a recibir el premio Nobel de la Paz pone de manifiesto que el mal existe y la única manera que hay de combatirlo es con más violencia? A priori y considerando que tengamos dos dedos de frente, no. Una persona que justifica las matanzas de Iraq y Afganistán, que afirma que para conseguir el fin último, la paz, es necesario dichas guerras y que, por tanto, defiende la fórmula maquiavélica, la cual expone que el fin justifica los medios, después de afirmarse en su defensa de los Derechos Humanos, una persona así, evidentemente no merece ningún reconocimiento.
Y lo peor de todo es que se refugió en que a Hitler no lo hubiera detenido otra cosa excepto la violencia. Pero, y si pensamos que Hitler hubiera justificado su guerra como Obama, ¿entonces qué? El padre del nazismo estuvo en su momento nominado a dicho Nobel, sí el de la Paz, y éste también, lamentablemente, justificó su guerra. ¿Sabe alguien acaso cuál fue el fin por el cual la justificó? ¡Por un mundo en paz! Sí, éste luchó y mató por un mundo perfecto que sólo podía ser posible con la raza aria y para qué contar más pues se supone que esto es conocimiento general.
En Iraq y Afganistán mueren cada día niños, mujeres y hombres que nunca han manchado sus manos de sangre; en Iraq y Afganistán hay un movimiento ultraortodoxo que persigue ideas distintas a su doctrina; en Iraq y Afganistán las mujeres son víctimas de ese movimiento y son maltratadas, apedreadas, violadas y condenadas a una vida oculta tras un velo; en Iraq y Afganistán no todos reciben una educación y una sanidad en condiciones y digo no todos, puesto que allí hay un núcleo que se enriquece a costa de otros; en Iraq y Afganistán cada día que pasa el hedor a mierda es más insoportable. Pero, sin preocupaciones, que nadie las tenga, ya que todo esto es por una buena causa, conseguir la paz por vías no muy éticas.
¿De verdad vamos a apoyar esta fórmula maquiavélica? ¿De verdad estamos dispuestos a seguir con este sistema a costa de tanta víctima? ¿De verdad seremos tan sumamente imbéciles para dejar que miles de personas se ahoguen en un fango que nosotros mismos mantenemos? Las respuestas están a elección del consumidor, espero que por lo menos tengamos aún la decencia de admitir que esto no puede seguir de este modo.
Sin embargo, a pesar de lo dicho, ayer, 10 de diciembre de 2009, Barack Obama ganó el premio Nobel de la Paz. ¡Bienvenidas guerras justificadas!

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