viernes, 5 de febrero de 2010

ARTE: CAPACIDAD DE INSISTIR.

Cada vez que en mis labios se posa la palabra Arte siento un fuerte palpitar y si lo siento es por la sencilla razón de que dicha palabra trae consigo, arrastrando, otra hermosa palabra: Ideal. El Arte es la representación favorita del Ideal, pues un cuadro refleja el Ideal de un pintor; una escultura refleja el Ideal de un escultor; un poema refleja el Ideal de un poeta; una canción refleja el Ideal de un cantante; una obra teatral refleja el Ideal de un dramaturgo. Y es este Arte como representación favorita del Ideal el principio a través del cual versará este humilde escrito.
Pero, ¿ qué es el Arte? Para mí, el Arte es lo sublime, lo bello, la fuerza, la búsqueda, la esperanza, lo real y lo utópico; todo ello al mismo tiempo, todo ello representado con la mayor maestría que se pueda alcanzar, todo ello sueño convertido en realidad y ya no mera posibilidad, todo ello brotando desde lo más profundo de las entrañas humanas, del enrevesado cerebro, del ardiente corazón.
Y, ¿ qué es el Ideal? Para mí, lo sublime, lo bello, la fuerza, la búsqueda, la esperanza, lo real y lo utópico; aquello que me insta a seguir caminando, aquello que me alienta a seguir luchando, aquello que me da el valor necesario para levantarme mil veces cuando caigo novecientas noventa y nueve veces.
De tal manera que ambos quedan irremediablemente unidos. No obstante, el nexo de unión no es nada de lo anterior, es decir, no posee ninguna de las características nombradas con anterioridad; sino que es imperfecto, débil, hoy día conformista, pesimista y ya no estoy segura de si realidad o ficción.
Mas tú, querido lector, te preguntarás cuál es ese nexo, muy a pesar de que ya tengas una vaga idea. Pues bien, ese nexo es ese ser que llora cuando no consigue representar lo que anhelaba representar, es ese ser que se siente insatisfecho al término de la obra puesto que cree que le falta algo y siente rabia e impotencia cuando no llega a conseguir saber qué es ese algo, es ese ser que no duerme para poder trasladar a la realidad lo que la pasada noche había soñado, es ese ser que nadie ve, que se esconde tras la obra, que sufre cuando no lo reconocen y ríe cuando todos lo alaban. Ese ser es el artista, el hombre de carne y hueso, el que se debate en una lucha interna contra su ego, contra su miedo para poder así hacer que millones de personas conozcan el rostro de la libertad guiando al pueblo, para que sientan el amargo terror de estar frente a la muerte, para concienciar de que en el mundo hay más individuos a parte de uno mismo, para quitar la venda opresora con letras atronadoras, para conseguir mostrar un atisbo de esperanza, un atisbo de verdad, un atisbo de justicia.
El ser humano es la herramienta de la cual se sirve el Ideal para darse a conocer, para demostrar que aún queda cabida para la esperanza de un nuevo amanecer en este mundo.
¿ Te das cuenta querido lector que el mismo ser que es artífice de tanta destrucción, de tanta barbarie también es el único ser que puede hacer que todo esto cese? Del mismo modo que de nuestra mano vienen los errores, en nuestra mano está la solución.
Ahora bien, tal y como se ha podido observar anteriormente, el Ideal se hace presente por medio del ser humano y, sin embargo, pregunto ahora: ¿qué es lo que mantiene unido al ser humano con el Ideal?, ¿ qué es lo que nos arrastra a luchar en pos de ellos?, ¿ qué es lo que nos hace sentir que son necesarios?
Esto me lleva a pensar si realmente lo que hoy día llamamos Ideales no son más que simples quimeras, falacias, mentiras de las que se adueñan esos carroñeros y nos hacen tragarnos cada cosa que se nos cuenta con palabras huecas, vacías. Ellos los chacales y nosotros los conejillos, ellos las águilas y nosotros los ratones, ellos los amos de la demagogia y nosotros los defensores de la ignorancia, los burros ciegos de esos que nos dicen que todo va bien sin tener la necesidad de mirar, y digo mirar, que no observar, a nuestro alrededor.
En definitiva, creo muy sinceramente que es necesario que luchemos hasta el final por algo en lo que creemos; que es necesario que seamos incapaces de aceptar lo inaceptable; que es necesario que nos convirtamos en eso que nos define, animales racionales; que es necesario que nos percatemos que más allá del portal de nuestra casa, en este mismo país y más allá de las fronteras de él, hay millones de seres que no tienen absolutamente nada, que viven en la pobreza más extrema, que no disfrutan de medicamentos, ni de la educación, ni de inventos, ni de comodidades que para nosotros son normales.
Tan solo me resta decir que esos artistas que son capaces de morir por un Ideal y no solo artistas, muy a pesar de que en realidad todos somos artistas pues elaboramos nuestro mejor y difícil proyecto, nuestra vida; sino todo aquel que es capaz de luchar aún cuando su cuerpo le pida basta, aún cuando se encuentre en soledad en medio de un océano de lágrimas, aún cuando nadie crea en él. Pues bien, como decía, todo aquel que es capaz de ello es, a mi juicio, un HÉROE. Porque los héroes no son aquellos que llevan los calzones encima de unas mallas, sino aquel que sabe que los pequeños gestos y acciones son los precursores de un mundo mejor, todo aquel que, por muy pequeño que sea, es capaz de influir sobre alguien y hacerle cambiar y tomar conciencia de todo cuanto le rodea, todo aquel que hace lo que se debe de hacer y nadie quiere hacer, todo aquel que dice lo que se debe de decir y nadie dice.
Los verdaderos héroes están ahí fuera y no los vemos, o lo que es lo mismo, no queremos verlos. Esos héroes son los que viven entre cartones, los que no tienen un miserable pedazo de pan para llevarse a la boca, los que no conocen momentos de bienestar o descanso, los que ya no saben qué es reír, los que son condenados a vivir oprimidos por culpa de nuestros delirantes actos, los que dan sin tener, los que son al mismo tiempo humanos y no tan humanos; y, a pesar de ello, siguen caminando, luchando. Los verdaderos héroes se encuentran allí fuera, construyendo un mañana mejor, a pesar de que no siempre sean reconocidos o agradecidos. Son los invisibles, los que pasan ante nosotros y no tenemos el valor suficiente de mirar a la cara por pordioseros, como diríamos nosotros. Son nuestros semejantes y, sin embargo, no los reconocemos como tales.
Luchemos todos juntos por un mañana mejor, millones de voces hacen más eco que una sola.

Posdata: con esto quiero denunciar las infames acciones que se llevan a cabo contra el Arte. No lo valoramos lo suficiente, estamos dispuestos a destruirlo, violarlo, escupirle y, sin embargo, lo abrazamos cuando nos queremos hacer los inteligentes, los poderosos, los imbéciles. Si no está el dinero por medio, al Arte ni mirarlo; si no es en museos o teatros o auditorios, al Arte ni mirarlo; si no es con traje o vestidos que cuestan diez mil euros, al Arte ni mirarlo. El artista siempre es el que pasa hambre, el loco, el mendigo... pero, ese loco, ese pobre es el único que está dispuesto a luchar y morir en la batalla.
Gracias a todos ellos, gracias a los verdaderos héroes, gracias compañeros de locuras, penalidades y victorias.