lunes, 24 de agosto de 2009

RACISMO, EL GRAN INVENTO.

Desde el principio de los tiempos en los que el hombre ya era un mono desnudo que andaba a dos patas, se lleva luchando contra los otros grupos sociales por temor a que, llegado el momento, pudieran destruir el grupo de uno; cuando en realidad no se debe de temer a los componentes de otros grupos, sino los componentes de un mismo grupo en el que se está. Creo que no me he explicado demasiado bien ni claro, pero espero que a lo largo de este escrito se pueda entender la idea que quiero transmitir.
Según Darwin, uno de los mayores científicos de la historia, todo ser humano proviene del mono, somos biológicamente iguales y en nada nos diferenciamos. Sin embargo, muchos individuos, durante toda una historia, se empeñaron, empeñan y empeñarán en que no es así, sino todo lo contrario. Mi intención es mostrar un atisbo de evidencia, quien quiera prestarle atención, que lo haga y quien no, que siga sumido en su ignorancia, para variar.
Nuestra procedencia, para callar a unos y en honor de una amiga bastante concienciada, está en África. Sí, aunque se empeñen en demostrar lo contrario por medio de comentarios tontos, muy a su pesar de que la ciencia siempre estará presente, nacimos en África y de allí fuimos viajando hasta poblar, por desgracia, el planeta. Este tema se lleva estudiando desde que uno va al colegio y si todavía hay alguien que dude, que seguro que lo habrá, le propongo que se vaya dando un paseo por el Paleolítico, Neolítico y la Edad de los Metales.
Pero, pasados unos cuantos siglos, llegó el momento de las colonizaciones y los imperios. ¿Pero dónde se instalaban mayoritariamente dichas colonias e imperios? Para eso estaba África y, desde 1492, Latinoamérica (aunque en América también se hicieron barbaries con las tribus indias).
De África se decía que era la mejor tierra, puesto que era un continente poco poblado, con grandes riquezas sin explotar y que ofrecía un indudable interés estratégico. Hoy en día, ese continente está bastante poblado, se sigue explotando y en él, cada segundo muere un niño de hambre, una niña sufre infanticidio, una mujer es apedreada, un hombre es perseguido...
Nosotros, los occidentales, permitimos que empresas, gobiernos y multinacionales vayan allí y exploten las tierras, roben los recursos explotados o, incluso, sobrexplotados y nos los traigan de vuelta para tener más comodidad, mejor calidad de vida y el maldito y asqueroso Estado del Bienestar sea óptimo y siga, así, satisfaciendo nuestro condenado y sucio ego. Para colmo, cuando nos traen dichos recursos, dejan allí cuatro cosas de tal modo que, las personas que viven allí se maten entre ellos, aún siendo de la misma etnia. Más de la mitad de la población mundial muere por inanición a pesar de que hay recursos suficientes para todos.
El racismo, ese valor tan extendido en nuestra magnífica sociedad, no es más que el invento de un estado escoria, ya que las razas no existen y no existen porque todos somos iguales. Tras pasar por dos guerras mundiales (de las cuales, la segunda fue la peor, ya que fue un genoicidio) y los fabulosos 500 años de masacre indígena y esclavitud que les proporcionamos a aquellos humanos que tenían un color de piel distinto del nuestro, seguimos creyendo en la absurda idea de la superioridad racial, que la raza blanca es la mejor y por ello tiene el derecho de pavonearse por ahí. ¡Qué estúpidos! Llegan pateras huyendo de la miseria que nosotros mismos provocamos y, a pesar de que somos hermanos, lo único que sabemos decir es "que se vayan a su país"; no sabía yo que los humanos también marcamos nuestro territorio como los animales, que meamos levantando una pata en medio de la tierra para decir este es mi país. Como dice Ska-p en su canción mestizaje, ESTE PUTO MUNDO NO ES DE NADIE Y ES DE TODOS.
¿Por qué entonces se hace todo esto en el Tercer Mundo, en África? Porque allí es donde no respetamos los Derechos Humanos, esos derechos que son universales y expresan en el artículo 1, pero antes es expresado en el preámbulo, que todos somos iguales sin distinción de nada y, para una mayor amplitud a mi favor y a favor de cualquier persona que muestra un mínimo de razonamiento, nos encontramos con el artículo 2, 3, 4, 6 ,7, 10 y así sucesivamente.
Esta degradante superioridad que nos pudre lentamente y que nos terminará matando, no es más que el invento de esa minoría que somete bajo su poder a la gran mayoría, porque sí, somos más los sometidos que los dominantes en este maldito sistema; lo único que conseguimos siendo racistas es poner una venda en nuestros ojos para que, de ese modo, no podamos ver y comprender que esas personas que se están muriendo en todo el mundo por nuestra puta culpa que tienen un color determinado de piel son humanos, personas tan autónomas como los que estamos aquí y como tales son sujetos de derechos, y de ese modo lo expresan los Derechos Humanos, eso que valoramos tan poco.
Sé que no puedo erradicar el racismo de este modo ni de ninguno, pero, como he dicho antes, pretendo mostrar un atisbo de evidencia.
Y para más colmo nos creemos con el derecho y deber de poder decir que los moros se vayan a su país, que tan solo vienen a robar, violar y vaguear; ¡qué risa!, como si eso no lo hiciéramos ya nosotros. Esa gente que a su edad se cree demasiado madura e inteligente es la que niega ante todo lo que es evidente, alegando que allí tienen dinero; sí, claro, ahora se pueden cultivar árboles cuyos frutos sea dinero.
Ser racista es apoyar el nazismo, ser racista es ser demasiado humano y al mismo tiempo tan poco humano, ser racista es estar sumido en un letargo del que no se despierta, ser racista es demasiado penoso y vergonzoso, ser racista muestra que esa persona que expresa tal valor o es un inmaduro o no tiene una personalidad formada, ser racista es demostrar que uno no se entiende a sí mismo.
¿Qué nos diferencia entonces de los demás?¿Una estúpida bandera, la religión, el color, el capital? No, nada, nada nos hace mejores o superiores, nuestro yo no es nada sin el nosotros. Los animales muestran tener más raciocinio que nosotros, ya que ellos no se ven diferentes, es decir, un lobo ve a otro lobo como un lobo, un gato también y un piojo, lo mismo; en lo único que nos diferenciamos de los animales es en el modo de comer (aunque a veces lo dudo) y en que vemos diferentes a nuestros semejantes.
En conclusión, la esencia humana es común, todos compartimos la misma naturaleza sin reservas ni excepciones. El género homo es uno, no está dividido. El que seamos todos iguales se debe a que compartimos la misma naturaleza. Nos preocupamos tan solo de las cuatro tonterías que nos hacen ser diferentes y nos olvidamos de que existen otras cuatrocientas cosas que nos hacen ser iguales.
No sé si todo cuanto he dicho es suficiente, no sé si todo cuanto he dicho está bien dicho; aún así, desde lo más profundo de mi corazón he de decir que me duele ver tanta injusticia, he de decir que me hiere tener que escuchar tanta mierda procedente de malas lenguas, he de decir que me pone enferma que seamos tan sumamente imbéciles.